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“El bulín de la calle Ayacucho”

Los versos pertenecen a Celedonio Flores y la música a los hermanos Servido. El bulín realmente existió en la calle Ayacucho 1443, era una piecita en la que ni los ratones faltaban. Allí se juntaban todos los viernes un grupo de amigos, en su gran mayoría amantes del tango.

Ciacia, que formaba dúo con Paganini, era el que cocinaba siempre un buen puchero. En el bulín, del barrio de Recoleta, había una sartén y una “morocha” (aquellas ollas grandes y castigadas por tanto uso). El dueño del bulín era Julio Korn, que se lo prestó a Celedonio Flores. Allí se tomaba mate y se charlaba mucho y se cantaba. Todo acabó cuando Celedonio se puso de novio a fines de 1921.

Flores fue un poeta argentino, de gran sensibilidad, muy popular letrista de tangos, frecuentador de la bohemia porteña. Autor de versos lunfardos y también sentenciosos y moralizantes, entre los que destacaron los tangos "Margot", "Mano a mano" y "El bulín de la calle Ayacucho", por mencionar algunos de su gran producción, donde recreó con vigor y patetismo la vida de la gente humilde. Vale destacar que Carlos Gardel grabó 21 temas escritos por Celedonio Flores, entre ellos el que da título a esta nota.

El poeta nació en el barrio de Villa Crespo el 3 de agosto de 1896, el lunes de esta semana hubiera cumplido 119 años, y falleció el 28 de julio de 1947.

El bulín de la calle ayacucho
Que en mis tiempos de rana alquilaba,
El bulín que la barra buscaba
Para caer por la noche a timbear;
El bulín donde tantos muchachos
En su racha de vida fulera
Encontraron marroco y catrera,
Rechiflado parece llorar.

El "primus" no me fallaba
Con su carga de agua ardiente
Y habiendo agua caliente
El mate era allí señor;
No faltaba la guitarra
Bien encordada y lustrosa
Ni el bacán de voz gangosa
Con berretín de cantor.

Cotorrito mistongo tirado
En el fondo de aquel conventillo,
Sin alfombras, sin lujo y sin brillo,
Cuantos días felices pase
Al calor del querer de una piba
Que fue mía, mimosa y sincera,
Y una noche de invierno y fulera
En un vuelo, hacia el cielo se fue.

Cada cosa era un recuerdo
Que la vida me amargaba,
Por eso me la pasaba
Cabrero, rante y tristón;
Los muchachos se cortaron
Al verme tan afligido,
Y yo me quede en el nido
Empollando mi aflicción.

El bulín de la calle ayacucho
Ha quedado mistongo y fulero,
Ya no se oye al cantor milonguero
Engrupido su musa entonar;
Y en el "primus" no bulle la pava
Que a la barra contenta reunía,
Y el bacán de la rante alegría
Esta seco de tanto llorar.

Desde aquí un recuerdo a tan destacada figura de nuestra música ciudadana.


www.conozcarecoleta.com.ar (2537) - Publicado: (07/08/15)



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