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Secretos ocultos en la Facultad de Ingeniería

La sede de la Facultad de Ingeniería, en avenida Las Heras y Azcuénaga, en el barrio de Recoleta, llama la atención a porteños y turistas, que se detienen a observar el edificio y fotografiarlo. Es la única construcción neogótica monumental, de carácter no religioso, aunque muchos siguen pensando que es una iglesia.

Facultad de ingeniería

El edificio fue proyectado por el arquitecto, Arturo Prins, contando con la colaboración de dos arquitectos que recién habían llegado a la Argentina: Francisco Gianotti, autor de la Confitería Del Molino y Mario Palanti, cuya obra más importante fue el Palacio Barolo.

No hay duda de que este trabajo es un símbolo, sobre el que se han tejido una infinidad de historias. Hay quienes aseguran que el proyecto no pudo ser finalizado por problemas de cálculos estructurales, que impidieron recargar la construcción existente con una torre central de gran altura y dos agujas góticas laterales, como concebía el proyecto original, y que esto fue la causa del suicidio del ingeniero-arquitecto Prins.

El hecho no está documentado, pero lo cierto es que en 1938 se resolvió dejar sin efecto la continuación de los trabajos.

Ni el autor del proyecto, ni la comunidad educativa, ni la sociedad en general, quedaron satisfechos con los resultados. Tal vez por eso entre estos tres actores circula una versión que encanta a todo el mundo y espanta a los arquitectos.

Existen versiones que cuentan que cerca del Centenario de la Patria, las autoridades de la UBA organizaron un concurso para construir la Facultad de Derecho. La convocatoria la ganó en 1909 el ingeniero y arquitecto Arturo Prins, quien fue elegido por su capacidad pero no por su proyecto, ya que la universidad pretendía un edificio imponente, de estilo gótico. El rumor no cuenta que Prins no estaba muy convencido, por dos cuestiones. Por un lado, le parecía que era una estética inapropiada para la época; y por el otro, porque consideraba que elevaba el presupuesto sin un fundamento razonable.

A pesar de todo ello, viajó a Europa, se interiorizó en el estilo y volvió a Buenos Aires para iniciar la construcción.

El proyecto tenía previstas varias plantas que se remataban con tres cúpulas, una central y dos laterales que, como bien lo anticipó Prins, fueron reemplazadas por torres para ajustarse a un presupuesto cada vez más exiguo. Había comenzado la Primera Guerra Mundial y era muy difícil conseguir insumos. Este tramo de la historia se ratificó hace unos años, cuando se iniciaron las tareas de restauración de las fachadas. El arquitecto Eduardo Scagliotti, asesor de la UBA, da como ejemplo de los cambios que vivió el proyecto de Prins, el análisis hecho en los arcos ojivales. “Algunos de ellos fueron hechos con perfiles metálicos embutidos en la mampostería (como bovedillas), y otros con varillas de acero liso con una carga de hormigón arriba”, detalla. Se presume que todos los giros en las decisiones no se debieron a errores en los cálculos iniciales, como sostiene el mito, sino a una cuestión de costos. Tiene lógica: también se constató que el remanente del ladrillo picado que se usó para la fachada se mezcló con cal y arena para ser reutilizado como revoque.

Así transcurrieron los años, con interrupciones y nuevas puestas en marcha, según lo permitiera el presupuesto, hasta 1938, cuando se abandonó por completo la aspiración a concluir el proyecto de Prins. Un año después, devastado por la noticia, decidió suicidarse.

Eso dice el mito, pero no la realidad. Si bien pudo haber constituido un trauma emocional que influyó en su estado anímico, lo cierto es que su deceso se produjo en el Sanatorio Podestá, rodeado de sus afectos.

El paso del tiempo fue deteriorando el edificio de Prins y su fachada lucía oscurecida por la polución, excremento de palomas y luego de varios años en ese estado, se hizo la restauración y puesta en valor que le devolvieron su esplendor de otros tiempos.

Como perlita podemos agregar que el Sanatorio Podestá, estaba situado en la esquina de Uruguay y Viamonte. Allí operaban quienes fueron dos grandes maestros de la medicina, Enrique y Ricardo Finochietto y además del arquitecto Prins, en ese nosocomio falleció el presidente, José Figueroa Alcorta, el 27 de diciembre de 1931. Fue el único argentino que ejerció la titularidad de los tres Poderes de la República, y a quien le tocó presidir los festejos del Centenario.


www.conozcarecoleta.com.ar (4407) - Publicado: 15/05/17