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Muestra sobre el antiguo Egipto en
el Museo Nacional de Bellas Artes

El martes 18 de noviembre, en el Museo Nacional de Bellas Artes, se inauguró "Ciencia y fantasía. Egiptología y egiptofilia en la Argentina". Una muestra sobre el antiguo Egipto, a través de piezas arqueológicas, fotografías de viajeros, manuscritos literarios, colecciones históricas y obras contemporáneas inspiradas en el imaginario faraónico.

La nueva muestra del museo reconstruye el vínculo entre Argentina y el antiguo Egipto, que permite descubrir su historia cultural, desde el siglo XIX.

Podrá disfrutarse un recorrido en el que se aprecian más de 180 piezas procedentes de museos y colecciones públicas de todo el país. Entre esas piezas, un el diamante florentino de 137 kilates que se creía perdido.

Esa trama, que cruza ciencia, literatura, fotografía, diplomacia, arquitectura, coleccionismo y cultura popular, se despliega ahora en Ciencia y fantasía. Egiptología y egiptofilia en la Argentina, una exhibición que el director Andrés Duprat define sin rodeos como “histórica”.

La muestra es el resultado de un trabajo curatorial de tres años y que coincidió, casi de manera inesperada, con un renovado interés global por la civilización faraónica. Duprat lo destaca como una “sinergia casual”: la inauguración del Gran Museo Egipcio en El Cairo, y la exposición Egypt Divine del Metropolitan Museum de Nueva York, que volvieron a poner a Egipto en el centro de la agenda internacional.

El punto de partida de la exhibición es un archivo poco conocido: las fotografías que el académico y coleccionista Alfredo González Garaño y Marietta Ayerza tomaron durante su viaje a Egipto en 1926, apenas cuatro años después del descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Sergio Baur, uno de los curadores de la muestra junto con José Emilio Burucúa, cuenta que el matrimonio se preparó para ese viaje estudiando a los grandes egiptólogos de la época y que aquella documentación fue el germen de un proyecto mayor: reconstruir cómo el interés argentino por Egipto atravesó disciplinas, épocas y generaciones.

El recorrido avanza hacia los primeros viajeros rioplatenses que, a mediados del siglo XIX, incluyeron a Egipto en sus itinerarios intelectuales. Aparecen Dardo Rocha, Pastor Obligado, Juan Llerena y, especialmente, Lucio V. Mansilla, que escribió dos artículos sobre sus impresiones del país en la Revista de Buenos Aires. La muestra también recupera un libro fundamental: la primera historia de Egipto traducida al español (1678), que Manuel Belgrano compró en Madrid y luego legó a la Biblioteca Pública. A partir de esos materiales, se traza la manera en que las élites ilustradas incorporaron la arqueología, la filología y las religiones comparadas como claves para leer la modernidad.

En el siglo XX, la relación se vuelve más intensa y diversa. El escritor Oliverio Girondo viajó a Egipto y escribió el “Poema del Nilo”, cuyo manuscrito original —dibujos incluidos— se exhibe por primera vez. De aquella misma época se proyecta una película silenciosa de 1928, registrada por Dulce Liberal y conservada en el Archivo General de la Nación, donde se ve a una familia argentina recorriendo templos y navegando el Nilo con un camarógrafo propio. El film funciona como documento de época y también como postal del entusiasmo local por la moda egiptológica de los años 20.

Las colecciones argentinas, dispersas en distintos museos, aportan algunas de las piezas más llamativas del recorrido. La primera que sorprende es la momia conocida como “paquete funerario”, donada en 1889 por Luis Viglione al Museo de La Plata. Más allá del impacto visual, Sergio Baur subraya un dato central: todas las piezas egipcias que integran colecciones locales ingresaron al país antes de la existencia de legislaciones internacionales sobre tráfico de antigüedades.

Asimismo, un sarcófago de madera perteneciente al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, es una de las joyas históricas de ese acervo y vinculada a las donaciones fundacionales realizadas en tiempos de Dardo Rocha. A su alrededor, vasos canopos de alabastro, amuletos, estatuillas y ushebtis provenientes de distintas colecciones completan una constelación de objetos que revelan cómo la arqueología del Nilo llegó a las vitrinas argentinas a lo largo de más de un siglo. Entre ellos destaca un vaso funerario monumental de más de 4500 años, hallado en la pirámide escalonada de Zoser y regalado por Gamal Abdel Nasser al presidente Arturo Frondizi, quien luego lo cedió al Bellas Artes.

La influencia egipcia en la cultura argentina ocupa un espacio igual de consistente. Jorge Luis Borges aparece a través de referencias esparcidas en su obra —desde El Aleph hasta Atlas, su libro conjunto con María Kodama tras su viaje de 1984— y del Libro de los Muertos que integraba su biblioteca personal. Xul Solar, inclinado a lo esotérico, incorpora pirámides, esfinges y divinidades híbridas en acuarelas de los años 20 y 30, y en su tarot conviven Anubis, Osiris y otras figuras faraónicas. Manuel Mujica Lainez escribió El escarabajo asesorado por Rosenvasser para evitar errores históricos, y escritores como Leopoldo Lugones o Alberto Laiseca regresaron una y otra vez al imaginario del Nilo.

Otro punto alto del recorrido es el fragmento del relato de Sinuhé, uno de los textos literarios más importantes del antiguo Egipto. Su presencia enlaza directamente con Abraham Rosenvasser, pionero de la egiptología argentina, que tradujo ese pasaje en la década de 1930 y que décadas más tarde encabezó la misión de rescate de los templos de Aksha, en Sudán, durante la campaña internacional coordinada por la UNESCO.

La arquitectura porteña también aporta su propia lectura: obeliscos, tumbas de la Recoleta, templos masónicos y edificios art déco con motivos faraónicos integran la selección fotográfica realizada especialmente por Facundo de Zuviría. Y la cultura popular, lejos de quedar al margen, ocupa un lugar destacado, pasando por el recuerdo de la comedia Cleopatra era Cándida de Niní Marshall, a la Oreja de Oro creada por Eduardo Costa, que llegó a las páginas de Vogue, el recorrido demuestra que el Egipto antiguo también alimentó la imaginación masiva.

Hay piezas que traen al presente y muestran a la arqueología argentina activa en Egipto. Una estela reproducida a escala real a partir de fragmentos hallados en el sitio: las zonas perdidas fueron reconstruidas con un rigor notable, siguiendo los patrones estéticos de la época de Akhenatón. Los trabajos dirigidos por la investigadora Andrea Singarella sobre la tumba de Amenmose se presentan mediante animaciones 3D que permiten observar objetos y murales con un nivel de detalle imposible en excavaciones activas.

Duprat resume la muestra como una oportunidad única: “No es un blockbuster que podría viajar a otra parte del mundo. Solo se puede hacer acá, con materiales que pertenecen a instituciones argentinas y con una mirada que cuenta nuestra propia relación con Egipto”.

Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473) de martes a domingo, de 11 a 19.30. Desde el 18 de noviembre hasta el 1 de marzo de 2026. Entrada libre y gratuita.


www.conozcarecoleta.com.ar - 7137 caracteres – Lunes 01/12/25 - Fuente: MNBA